CONFIANZA EN JESUS, EL CURA MUCHOS MALES
Tomado de los Evangelios
JESUS, con su natural inclinación por hacer el bien, El que es todo compasión y bondad, lleno de amor por los hombres empezó a recorrer toda la Galilea ; enseñaba en las sinagogas de los judíos, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba en el pueblo todas las dolencias y enfermedades. Su fama se extendió por toda Siria. La gente le traía todos sus enfermos y cuantos estaban aquejados por algún mal: endemoniados, lunáticos y paralíticos, y El los sanaba a todos. (Mt 4:23-24)
Del mismo modo en otra ocasión se le acercó un hombre enfermo de lepra, se arrodilló delante de El y le dijo: «Señor, si tú quieres, puedes limpiarme». Jesús extendió la mano, lo tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Al momento quedó limpio de la lepra. (Mt 8:2-3)
Así también en otra oportunidad al entrar Jesús en Cafarnaún, se le acercó un capitán de la guardia, suplicándole: «Señor, mi muchacho está en cama, totalmente paralizado, y sufre terriblemente». Jesús le dijo: «Yo iré a sanarlo». Luego Jesús dijo al capitán: «Vete a casa, hágase todo como has creído». Y en ese mismo momento el muchacho quedó sanó. Inmediatamente después, Jesús fue a casa de Pedro; allí encontró a la suegra de éste en cama, con fiebre. Jesús le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y comenzó a atenderle. Al atardecer le llevaron muchos endemoniados. El expulsó a los espíritus malos con una sola palabra, y sanó también a todos los enfermos. (Mt 8:5-7,13-16)
De cualquier modo los enfermos buscaban acercarse a Jesus, le llevaron a un paralítico, tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe de esos hombres, dijo al paralítico: « ¡Animo, hijo; tus pecados quedan perdonados!» Jesús en esa ocasión dijo: ¿Qué es más fácil decir: “Quedan perdonados tus pecados”, o “Levántate y anda”? Sepan, pues, que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados». Entonces dijo al paralítico: «Levántate, toma tu camilla y vete a casa». Y el paralítico se levantó y se fue a su casa. La gente, al ver esto, quedó muy impresionada, y alabó a Dios por haber dado tal poder a los hombres. (Mt 9:2, 5-8)
JESUS SANA A UN ENDEMONIADO:
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