Una carne desde la creación
Después de haber creado el primer hombre, Adán, Dios le creó una ayuda “idónea” para él (Génesis 2:18). Adán reconoció que su esposa Eva era hueso de sus huesos y carne de su carne (2:23). El hombre y la mujer son diferentes pero interdependientes. Personalidades y experiencias diferentes pueden trabajar juntamente para respaldarse mutuamente y beneficiar el matrimonio y la familia.
Intentar cambiar a su cónyuge para que este se convierta en lo que a usted le gusta generalmente es algo que no funciona y puede ser el principio del daño para la relación. Uno no puede constantemente denigrar y condenar (utilizando la crítica) o la burla o la mofa (mostrando agresividad y contención) y esperar tener un matrimonio exitoso.
En lugar de esto, el apóstol Pablo escribió: “Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama…y la mujer respete a su marido” (Efesios 5:28, 33).
El matrimonio, la institución creada por Dios depende de que se respete y se cumpla esta regla de oro. El éxito, la felicidad y la paz dependen de que usted trate a su cónyuge de la manera en que usted quisiera que lo trataran. El versículo 29 de ése mismo capítulo explica que nadie jamás ha aborrecido su propia carne. Tal vez queramos engañarnos, pero en realidad nosotros generalmente nos tratamos mejor a nosotros mismos que a cualquier otra persona.
¿Cómo podemos detener la crítica y la acusación de nuestro cónyuge? ¿Cómo se trata a usted mismo? ¿Se hablaría usted de la misma forma en que usted le habla a su cónyuge? ¿Es usted tan amable y gentil con su cónyuge como lo es con usted mismo?
¿Me sentiría ofendido si alguien usara el mismo tono, lenguaje corporal y palabras que yo estoy usando con mi cónyuge? ¿Cómo espero que respeten mis quejas si se quejan por la forma en que yo las planteo? ¿Me sentiría amado y ayudado o desdeñado y menospreciado si mis propias palabras se devolvieran a mí?
Si queremos que desaparezcan nuestros problemas matrimoniales, entonces debemos cambiar. Si nos mordemos y comemos mutuamente, realmente nos consumiremos (Gálatas 5:15). Por otra parte, si nos honramos el uno al otro como un precioso regalo de Dios, la contención desaparecerá. Si aprendemos a tratarnos el uno al otro como una sola carne, la crítica va a desaparecer.
Humildad y tolerancia
La auto-defensa y la evasión fueron otros dos problemas que dañaban las relaciones matrimoniales.
En verdad, hay momentos en que es apropiado defender nuestras acciones y nadie quiere que lo traten como si fuera un tapete pisoteado por todos y cada uno de los reclamos. Pero también debemos dar el beneficio de la duda. La mayoría, si no todas, las acciones en el matrimonio comienzan con buenas intenciones, aun en el caso de que éstas no logren cumplir con su cometido. Así como un pequeño niño que aprende a caminar (una buena intención), a veces se cae y en ciertas ocasiones lo hace encima de alguien. Como miembros del matrimonio debemos aprender a creer lo mejor, confiando en el otro si es que en verdad nos amamos verdaderamente (1 Corintios 13:7).
Cuando cometamos errores, el amor requiere que seamos lo suficientemente humildes como para reconocerlo. Esperamos tener un cónyuge amoroso que nos sepa señalar de una forma amorosa nuestros errores en lugar de hacerlo de una forma agresiva, condenatoria y crítica. Pero esto no es algo que suceda siempre. De todas formas, lo malo es malo y no debemos vivir a la defensiva como si fuéramos enemigos.
Aunque no lo creamos, usted va a ganar más respeto en su matrimonio si admite humildemente la culpa en lugar de tratar de defender su error. La Biblia dice que esto es “exaltarse a sí mismo” (Mateo 23:12). La admisión debe ser seguida por la acción. Muéstrele a su cónyuge que sí hay un compromiso y un deseo real de cambiar.
Lo que yo quiero hacer
El éxito en el matrimonio no es fácil. El apóstol Pablo describió la condición humana de esta forma: “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino que aborrezco, eso hago” (Romanos 7:15). Y luego preguntó cómo podíamos ser liberados de esta situación (v. 24). La respuesta es “Por Jesucristo Señor nuestro” (v. 25).
No importa cuánto queramos derrotar la crítica, la contención, la auto-defensa y la evasión, sin la intervención sobrenatural de Dios, es imposible hacerlo por completo. Por esto es que es tan importante que toda persona casada busque la ayuda y la guía de Dios diariamente para poder tener un matrimonio sólido.
Aun si uno sólo de los cónyuges busca a Dios por medio de la oración, pidiéndole a Él la fuerza necesaria para hacer las cosas bien, el matrimonio puede mejorar. ¿Y quién sabe? Cuando usted empiece esto puede tener un efecto dominó. Hacer el bien es algo contagioso. Haga que su cónyuge lo imite y destruya esos 4 problemas del matrimonio, ¡antes de que estos destruyan su matrimonio!
Esta pelicula es muy reflexiva espero q les guste el trailer de A PRUEBA DE FUEGO:
No hay comentarios:
Publicar un comentario